23 de julio de 2015

La última vez, cuento




Las horas sonaban en su cabeza como el galopeo de corceles negros, y no blancos, porque se oían como los truenos del mismo Zeus y no como el susurro de los ángeles del paraíso. Se escuchaban como el rugir de la lluvia en una noche oscura y sin café ni tampoco un libro que lo acompañase. Gritaban como la imaginación enjaulada y los niños, sin padres que acobijaran sus latidos luego de una pesadilla. Sabían a lágrimas, y sangre coagulada en los ojos de un corazón roto. Olían a miedos rancios y rabias en su contra. Dolían como mil espinas en el alma y mil patadas en el estomago.

Las horas de la maldita espera sonaban, sabían, se olían y se sentían, pero nunca se veían, porque sus horas eran un juego de la mente y esta clase de diversiones no siempre tiene premios placenteros. No se veían porque no eran más ciertas que los fantasmas del futuro, o las predicciones del pasado. No se veían porque las horas de espera en las mentes angustiadas se vuelven días, semanas y meses aunque nunca hayan sido horas y sí minutos.

¿Y las manecillas del reloj? Esas podrían ser sus latidos, sin embargo, no eran más que la respiración defectuosa del personaje en cuestión. No eran más que el último suspiro de sus pulmones antes de decir por última vez: Perdón.

¿Y por qué perdón? ¿Por la espera? ¿Por los sentidos? O ¿Por la ceguera?

Se sienta en la alfombra de sus crímenes y sin contestarle a nadie más que a sí mismo, recita su última desdicha sin que nadie la escuche, la respire, la deguste o la sienta, y siendo el final de sus actos moralmente ilícitos sólo da la explicación de la caída de su orgullo, a sus ojos, tan azules y glaciares como los témpanos de hielo en el infierno, dejándose ver morir, literalmente, en la negrura de los recuerdos. Y las horas continúan, y continúan, y continúan...

Había abierto un blog hace tiempo, y ahora está abandonado y cerrado. Recuerdo que escribí este cuento como una reacción ociosa a hacer algo y me gustó, la verdad al menos hace un año cuando lo escribí.
Azul

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